viernes, 4 de marzo de 2016

El caso de Europa

— Buenas tardes —empezó el abogado, que ya llevaba un par de minutos mirando al prisionero al otro lado de la mesa —,en vista de que usted se rehusó a contactar a cualquiera de mis colegas, pero no renunció  a ser defendido, me han asignado a mí encargarme de su caso. Para prestarle el mejor servicio posible, me gustaría que me contestara un par de preguntas honestamente, su respuesta no saldrá de este cuarto y, sin importar lo que me conteste, le defenderé con todos los recursos con que cuento. Lo primero es cuál es su nombre, el real.
—Soy Zeus, padre de los dioses y de los hombres.
—Veo en su archivo que insiste en ello, pero ¿Está seguro de que no tiene otro nombre? Algo más... no sé, local.
—Calla, incrédulo, ¿acaso necesito otro? Soy Zeus, eso debería bastar.
—Supongo que podría aducir locura.
—¿Osas llamar loco al gran Zeus?
—No, su señoría, es todo una artimaña para que no lo culpen de sus actos. Pero eso me lleva a la segunda pregunta. ¿Conoce usted a la señorita Europa Gutierrez?
—Conozco a todos mis hijos e hijas.
—¿Cree entonces que la señorita Europa es su hija?
—Todos los hombres son mis hijos.
—Claro, entiendo, porque usted es Zeus, el grandioso inmortal.
— Y ¿qué con eso?
—Nada...nada... solo que... ¿Podría decirme si en alguna ocasión ha tratado con la susodicha?
— ¿Tratado qué?
—Si alguna vez ha hablado con ella, si han compartido un helado o coincidido en un parque...
—No veo la importancia de eso.
—¿Cómo que no? ¿Acaso le gustaría pasar años encerrado en una celda oscura? ¿Quiere que lo condenen por la desaparición de Europa?
—Ningún tribunal puede juzgarme a mí que soy el máximo juez. Y Europa no está desaparecida, sólo la convertí en una vaca.
—Esa es la otra cosa. Dicen su expediente que además del rapto a la señorita Gutierrez, se le acusa de robarse una vaca. ¿Dice que no se ha robado una vaca?
—Digo que la vaca no existe, es Europa transformada.
—Entonces asegura que despues de raptar a Europa (no se preocupe, le entiendo perfectamente), la convirtió en una vaca.
—Yo no la rapté, ella vino conmigo porque nadie puede resistirse a mis encantos.
—Y la convirtió en una vaca.
—Nada es imposible para mí.
—La misma vaca que le acusan de haber robado...
—Exactamente.
—Entonces es todo un gran malentendido, ¿cierto?
—Correcto.
—Entonces no hay nada que hacer. Aduciremos que el defendido está loco —se dijo el abogado a sí mismo mientras abandonaba el cuarto.

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