miércoles, 28 de noviembre de 2012

Sabes cómo es esto. Te sigues haciendo preguntas y te sigues respondiendo cosas, y puedes seguir alegando que eres brillante. Que has seguido el camino del sol, de buscar la sabiduria, la filosofía, el sentido de la vida en los ritos mundanos, en la sencillez de los sentidos, en los placeres que son para siempre hasta que acaban. Pero de vez en cuando miras al otro lado, y tu yo mistico, filosofico, necesitado de misterio y de grandes verdades, te hala.

Sabes cómo es, te hace falta lo denso, lo pesado, las teorias, ese otro conocimiento, pero ya no sabes si eres capaz de sumergirte en él. Y eres feliz, en parte porque te has hecho liviano, pero ¿acaso no eras feliz antes? Quizas incluso más feliz que ahora. Tal vez, no estás seguro... Por ahora vas a leerlo a él, quizás luego le escribas, ¿es eso lo que necesitas? ¿otro guia espiritual? ¿otra figura paterna? ¿otro modelo en quien transformarte? Tal vez,  pero ¿hasta cuando? ¿Acaso llegará el día en que puedas contentarte con ser tú, y ya no necesites de una figura paterna que te apoye?

No sabes la respuesta. No sabes nada, y eso te inquieta.