viernes, 12 de agosto de 2011

Pero te quiero

Te quiero pero no te soporto.
O
Te quiero pero no quiero, ni puedo, vivir en la misma ciudad que tú
O
Me gustaría tener una buena relación contigo, pero eso implicaría que tú cambiaras, lo que no va a suceder, o que yo cambiara, lo que a mi psiquis no le conviene.
O
Me gusta cuando callas porque puedo ignorarte y decirme a mi mismo que nuestra relacion está mejor, al mismo tiempo.

martes, 2 de agosto de 2011

If I Should Have a Daughter

Si un dìa tengo una hija, voy a llamarla Emilia, porque significa graciosa, amable, sonriente; y quiero que aprenda desde muy niña que una sonrisa puede ser un arma poderosa, que la amabilidad puede abrir puertas, y que el amor y el humor van siempre de la mano. Los únicos libros que voy a esconder de ella, en lo más alto de mi biblioteca son esos que no deberían ser leidos, por nadie, porque pecan por aburridos, por explotar la pornomiseria o porque lo escribí yo.

Si un día tengo una hija espero que sea lo suficientemente inteligente para saber que eso no significa nada, que el cerebro es un carro, y lo importante es adonde lo llevas y no que tan rapido llegas allí. Espero que sea dulce, graciosa, que no se tome muy en serio, que tenga muchos amigos, entre imaginarios, libros y reales, y que tenga más reales que imaginarios.

Le voy a enseñar a hacer trampa en Uno, a comprar las propiedades adecuadas en Monopoly, a lanzar los dados y no preocuparse por el resultado, y a perder sonriendo. No le voy a enseñar a jugar ajedrez, ni le impediré jugar con muñecas, con carros o videojuegos, no le prohibiré bañarse en la lluvia, escalar arboles o acariciar perros; le hablare de sexo cuando se asome el tema y de amor todos los días.

Si un día tengo una hija, voy a pedirle que no intente ayudar a todo el que se le atraviese, que no se obsesione con cambiar a los malos hombres, que no ande con pirómanos, cleptómanos, alcohólicos, mujeriegos, fanáticos y gente emocionalmente ausente; no espero que me haga caso, yo también pensé que podía salvar a las mujeres de sus problemas, que podía ayudar siempre a todo el mundo, y que me querrían y respetarían por eso. Le contaré de los cicatrices que mis errores me dejaron, pero asumiré que va a cometerlos de todos modos.

Las cosas le saldrán mal de vez en cuando, y ella sabra que no tiene nada de malo llorar por los fracasos; yo estaré listo a acompañarla en su dolor con un tarro de helado ( de cualquiera que sea su sabor favorito), un paquete de pañuelos de papel y un par de comentarios que intentarán ser graciosos. Porque se que si fracasa, la cambian por otra, se raspa la rodilla, le agrietan el corazón, traicionan su confianza, hacen temblar su mundo, la roban, maltratan o insultan; nada la hará menos valiosa, menos inteligente, menos merecedora de amor o de amigos; y sé que si puedo hacerla sonreír a pesar de todo, es porque ella tambien lo sabe.