lunes, 27 de octubre de 2014

El fracaso

Ser un fracasado es un asunto dificil y doloroso. No es doloroso como una cortada, o como un apendice inflamado, sino como una gangrena incurable. Es como ir en un tren que se queda detenido en medio de un desierto. Al principio es como si nada hubiera ocurrido, el fracasado admite que ha fracasado pero piensa que es sólo una parada temporal: Pronto se arreglaran las cosas, se dice. Entonces busca maneras de ocuparse, atiende el jardín, cambia las sabanas, barre la casa, va a cine, aprende a planchar la ropa, pinta los cuartos, aprende recetas nuevas, lee libros que andaban retenidos por falta de tiempo. Hace lo que sea para sentirse util, para tener algo que aportar, algo de lo que hablar, algo que podría ser bien visto por las personas que en el futuro puedan considerar darle una nueva oportunidad. Porque en ese momento  todavía está convencido de que todo es temporal.

Pero la gangrena avanza, y el fracasado empieza a descuidarse. De repente pasa un día sin bañarse, o se alimenta sólo de domicilios o papas y gaseosa; o se duerme más tarde de lo recomendable, a veces mucho despues de que ha salido el sol. ¿A quién le importa? Se dice a sí mismo y se responde inmediatamente: A mí, a mí debería importarme. Cada noche se promete que la noche siguiente sí se dormira temprano. ¿Qué tal, se pregunta, que mañana me den el trabajo (por decir algo) o conozca a la mujer de mi vida (por decir otra cosa)? No estaría preparado para eso. ¿Cómo podría llegar a trabajar a las 7 de la mañana  si ando durmiendome a las 10? ¿Cómo podría decirle a ella que está interesada en alguien que ni siquiera duerme a horas normales?. Se ha descuidado pero todavía se arregla para salir, se lava la boca, usa jabón, se recorta la barba, se pone ropa límpia, huele su chaqueta y la lava si está sucia. Arregla su cuarto y cada tarde encuentra algo que hacer afuera para que se note que no se ha rendido del todo.  Se ha descuidado, pero intenta mantener las apariencias y todavía no ha llorado.

De repente la gangrena se le termina de comer una pierna, la situación se hace grave y las raciones de decencia y cordura que cargaba el tren se han agotado. El fracasado pasa todo el día sin comer, jugando, leyendo, huyendo del mundo, y en la noche, a eso de las diez , sale a comer cualquier cosa. Dia y noche dejan de tener sentido, dan igual. Sin embargo sigue intentandolo, manda hojas de vida, escribe en los facebook de amigos, revisa fotos, asiste a eventos ( nunca más de dos por semana), pero lo hace un poco en contra de su propia voluntad. Preferiría seguir durmiendo, leyendo, dejando pasar el tiempo por encima de él(ella), a través de él(ella), y sabe ( porque ya tiene la seguridad de ello) que da igual porque ya nada va a cambiar. Ya es demasiado tarde, quizás hubiera podido cambiar las cosas antes pero ahora no hay nada que hacer. El fracasado es consciente de que la gangrena sigue avanzando, de que ya le ha costado una parte de sí. Entonces algunos lloran, otros no. Duerme en el piso, fuma como chimenea, sale a veces en la media noche a descargar la rabia gritando por calles vacias, o a buscar una pelea para sentir dolor, o causar dolor, o algo.

La gangrena es voraz, y el fracasado lo sabe. No le basta con las piernas, necesita consumir los brazos, el corazón, la cabeza. Es un otro que se ha apoderado exitosamente (...ironía?) de lo que el fracasado solía ser.  Mira las fotos de hace cinco años y piensa en que entonces no sabía lo feliz que era, las muchas razones que tenía para sonreir, lo brillante que hubiera podido ser el futuro. Cierra los ojos, y a veces llora. Si no lo hace no es porque no quiera sino porque la gangrena, la nada, el tedio absoluto de saberse fundamentalmente inutil le ha tragado el alma, y ya no se siente nada de verdad. Deambula por la vida como si fuera un programa de televisión interactivo, todo da lo mismo, todo se siente igual. Todo ya ha sido visto antes, no hay esperanza, no hay nada nuevo. Caras desconocidas en roles viejos, caras conocidas en roles menos viejos. Todo es cansancio, todo es futil. Piensa, cree, sueña que la gangrena va a matarlo pero no. No se muere y tampoco llora, el tiempo de las lagrimas ya ha pasado.

Y finalmente, cuando ya todo ha concluido, se desmorona como una duna...

sábado, 2 de agosto de 2014

Mujer de Edward Hopper

Mucho tiempo despues, al recordar ese día en que había despertado por primera vez sola, lo primero que le vino a la a mente fue la intensidad del sol que entraba por por la ventana. La alarma había sonado por varios minutos antes de silenciarse. No sentía ninguna necesidad de apagarla, ya no quedaba nadie a quien dañarle el sueño.

El sol le picaba en la piel, y afuera el mundo entero le parecía -sin gafas- una acuarela abstracta. Se fijó en colores que hacía mucho no notaba. Ya sentada, sintió deseos de no moverse. El día anterior había ido desmontando el apartamento, envolviendo los cuadros, guardando en cajas los libros, forrando con periodico los objetos fragiles. En la sala, las cajas a medio llenar esperaban. Su tarea seguía inconclusa. Habría podido seguir durmiendo.

Un pensamiento la invadió, el mundo estaba lleno y ella, como su habitación, vacía. Podría quedarse allí, sentada, acostada, esperando a despertar de verdad para descubrir que todo había sido un sueño. Y lo hizo, permaneció allí hasta mucho despues de que empezaron a dolerle las piernas y la espalda. Su piel se enrojeció y le ardía. El sol se desplazó por su habitación hasta desaparecer al pie de su ventana. Entonces se levantó, y caminó hacia la sala. No quiso comer ni beber, el estomago le dolía y sentía la lengua pesada como si fuera un trapo en su boca.

Lo que más recuerda de ese primer día en que tuvo que despertar sola, es que todo le dolía pero había sobrevivido. Y acompañada por sus dolores se había sentido menos sola.

jueves, 9 de enero de 2014

B

Hoy se cumplen catorce años del día en que conoció a su primer gran amor. No se lo dirá a nadie, si acaso, al filo de la medianoche, se lo mencionará a sí mismo ante el espejo y luego se reirá; a nadie le importa, ya nadie la conoce. Él ha creido toda su vida en el poder de las casualidades, le gusta decir que las casualidades y los deja vu son la forma en que la vida nos indica que vamos por buen camino; pero no hubo nada casual en su encuentro.

Yo llegué al salón, y me dije: -Hey, este año sí vamos a conseguir novia, y el primer paso es encontrar a la mujer adecuada-. Yo estaba de pie y fuí de los últimos estudiantes en ingresar, así que miré alrededor, y dos mujeres me llamaron la atención. Las elegí muy bien, modestia aparte, una se convirtió en mi mejor amiga durante los siguientes años y la otra fue... bueno... tú sabes, la primera mujer que quise de verdad.

Se quisieron de una manera tierna e inocente pero intensa. Ella le dijo muchos años despues que se moria por que la besara, casi con la misma intensidad con que él había deseado hacerlo. Se tomaban de las manos y hablaban por horas, se abrazaban dulcemente, se escribían cartas interminables que intercambiaban en cada encuentro, ella era quien mejor lo comprendía y él quien más la conocía, se amaban pero jamás se besaron. Cuando se fue, por primera vez, la lloró. Se encerró en su cuarto durante dos días para languidecer. Luego, comió, bebió, se bañó, vió televisión y salió a pasear su perro. Continuó su vida, pero aún hoy los ojos le brillan si le preguntan por ella.
 
-Es dificil dejar de querer, yo he sido incapaz. Digo, ya no la amo, pero en un rincon de mi corazón sobrevive una especie de cariño por ella que encuentro inevitable.(...) He vuelto a querer, ¿sabes? he conocido mujeres a la que he querido con la intensidad con que la quise a ella; he vuelto a conocer personas con las que puedo ser dulce y tierno, tal como lo fuí con ella, e incluso más y en formas que con ella me hubiera sido imposible; he realizado viajes que planee con ella, pienso a veces en todas las cosas que podríamos haber compartido, vivido como pareja y que nunca hicimos, y quizás por eso la quiero, no por lo que fuimos sino por todo lo que nunca pudimos ser.  Jamás he creido eso de que el primer amor es el mejor, no ha sido cierto en mi caso; si acaso ha sido el más pobre, el más necesitado, el peor vestido, el más hambreado. Y creo que por eso lo atesoramos tanto, porque queremos a los pobres, nos parecen nobles, honestos, recursivos, son heroes que queremos ver triunfar.

martes, 7 de enero de 2014

A

Él había pasado toda su vida buscando una historia de amor que valiera la pena contarle a sus nietos y la encontró a ella, que pasó frente a sus ojos con la mirada hacia el frente y un poco arriba, como inspirada, con sus labios delgados y su boca recta, con una falda larga que ocultaba la manera en que caminaba (que podría o no, ser gracil y femenina) dando zancadas largas. Le pareció hermosa en ese momento, tenía el cabello largo y de un liso desordenado.

- No le dije nada porque no hubiera sabido como abordarla, cómo decirle: hey, cómo te llamas, ¿puedo tomarte una foto?, ¿tienes tiempo para que tengas una hija mia?, si nos casaramos ¿en qué barrio te gustaría vivir? Cómo convencerla, me entiendes, el problema no es saludarla, es conseguir que me permita conocerla. Ella me gustó, así de sencillo, pero es de esas cosas que uno piensa: es mejor ignorarlo. Es como cuando uno va en un bus y ve a esa mujer de ojos tristes con que uno soño la noche anterior y se pone de pie como por impulso pero luego se queda allí de pie y mira atrás sabiendo que no vas a bajarte, y que dejaste un trozo de tu alma allí, y que al dia siguiente, a los dos días, a la semana ya no te hará falta ese trozo. Así que la vi, la amé y la dejé irse. Es como lo que dicen: si amas algo, dejalo en libertad, si vuelve es tuyo...-