sábado, 13 de julio de 2013

Ejercicios de Escritura

Una lista.

 12 Razones para no escribir una lista.

1. Porque la descripcion a través de listas es, historicamente, un ejercicio de tradicion anglosajona, mientras que los hispanos solemos preferir las historias.

2. Porque en ocasiones, el primer item en la lista parece englobar todos los posibles items posteriores y por tanto hace innecesario un segundo item.

3. Porque la jerarquizacion en las listas suele parecer arbitraria y, a menudo, de hecho lo es.

4. Porque las listas deben contar un numero de items redondo ( 5 o 10), y uno prefiere numeros arbitrarios ( 17 o 3 y medio)

5. Porque las listas representan una organización vertical, propia de la lógica aristotelica, cartesiana y burguesa, y uno por otro lado se inclina más hacia la anarquia.

7. Porque si no se tiene cuidado uno puede saltarse items en la lista como el 6.

6.Porque si uno no tiene ganas de hacer una lista, es posible que abandone su escritura justo en la mitad.


Un texto

Entre marzo y junio del 2005, nuestro personaje utilizó un rubí firmemente engarzado en un aro de metal como llavero. El rubí era del tamaño de la mano de un bebé, y de un escarlata intenso y brillante. El precio de un rubí de ese tamaño y calidad es astronómico, y a él le gustaba enseñarselo a sus visitas de confianza, para luego, mientras ellos admiraban su preciosa posesión, contarles que le había salido baratisimo porque su anterior propietario, contaba, -Tenía que salir rapidamente del país, y necesitaba el dinero con urgencia-, y en consecuencia había aceptado venderselo por una pequeña fracción de su precio.

A mediados de junio. un viejo amigo, un joyero de la ciudad, lo visitó en la oficina. Nuestro personaje sabía que poseía una piedra extremadamente preciosa, pero quiso aprovechar la visita para averiguar cuantos digitos tenía su valor. Al presentarle el rubí, el joyero se quedó en silencio, lo tomó en sus manos, le dio vueltas, lo examinó con cuidado y dijo -muy bonito- Nuestro personaje se sonrió satisfecho, ¿Cuanto podrían darme por él?. Veinte o treinta. ¿Millones?. Mil, veinte o treinta mil pesos, es un trozo de cristal muy bonito, pero nada más.

Desde ese mismo día, su llavero con rubí quedó relegado a una pequeña caja de madera en su armario. Y de allí no ha vuelto a salir.

Un texto con solo un adjetivo.


Su cuerpo calzaba un vestido que ondeaba con el viento cada vez que, al dar un paso, una de sus piernas avanzaba. Izquierda, y una onda recorria su traje desde su rodilla hasta su mano . Derecha, y una onda similar se estrellaba en su antebrazo. Tenia zapatos de tacon que percurtían las tablas del piso. Toc sonaba cada paso. Toc toc, como martillazos o aldabas. Sonreia, enseñando los dientes pero no las encias. Su cabello ondeaba como bandera. Sus ojos, abrazadores a causa de la miopia, custodiaban la punta de su nariz e ignoraban el desnivel al que se acercaba con cada paso.

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