la del caracol: Llevar la casa a cuesta, y con ella los amigos, las buenas experiencias, las malas, las mañas, el olor del tinto en la mañanita, el sabor de unos labios en lo que ya casi no se piensa, la puerta y el tapete que se tiende frente a ella, los pasillos, el ascensor y hasta el portero del edificio. Llevar la ciudad a cuesta, sin sentir su peso, llevarla con uno en cada mudanza, y plantarla alli en el nuevo hogar para nunca sentirse un extranjero.
la del sapo: Alargar la lengua hasta 15 o 20 veces su tamaño, y de forma proporcional el numero de palabras pronunciadas, usar ambas para cazar, seducir y cantar bajo la lluvia o en la noche; sentirse un principe aunque se tengan arrugas o la piel demasiado brillante, cantar aunque se tenga la voz ronca o desafinada, y jugar con el agua aunque no sea más que el charquito que dejó la botella de cerveza que se llevaron de la mesa.
La del pollo: despertarse temprano para ver el amanecer con la sensacion, cierta y verificable, de que puede ser el último, mirarse, y arreglarse la cresta en cualquier superficie reflectante, dejarse la barba. que no fuimos criados para pelear. Sentirse orgulloso de la nariz ganchuda con que nacimos,y dormir, cuando ya el sol se ha ocultado, sintiendose bendecido por haber podido vivir otro día más.
La del goldfish: vivir sin expectativas de ninguna clase, sin memoria ni deseo, celebrando cada segundo los rincones que nos permiten explorar, crecer porque se puede, encogerse jamás. Sentirse el rey del mar, burlarse de los tiburones y sus dientes que no nos asustan; y confiar en que quienes nos quieren nos cuidan aunque no los veamos.
A veces soy un pollo, otras un tiburon que afila sus dientes para hacer el mayor daño con el menos esfuerzo, a veces soy un ave que prepara su nido con lo que otros no desea, un boton, o un pedazo de tela; sea como sea, soy un hombre que intenta parirse a si mismo, que se desarma y construye, soy algo que espero te guste.
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