Podría decir que no me haces falta,
no para estar despierto a la media noche,
no para correr por las escaleras,
no para sentirme perdido en el centro de Bogotá,
no para fumar, y sentir melancolía,
no para ver las películas coreanas o las otras,
no para oír a Pink Floyd,
no para escribir, o leer,
no para conocer a una mujer,
o para cazarla como el tigre cansado que soy en ocasiones,
pero es mentira porque para dejar de quererte
vendí lo mejor de mi alma al diablo,
y esa parte de mí, nosotros, me hace falta.
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