Cuando era niño amaba la ciudad en que nací, Cartagena me parecía un lugar de ensueño donde las banderas de los piratas todavía podían adivinarse asomando tras el horizonte, y se podía escuchar el eco del retumbar de los cañones sí se oía con atención; las calles tenían historias que parecían reservadas a sólo algunos conocedores, los fantasmas poblaban nuestras casas y todo era posible entonces, incluso que ésta fuera la mejor ciudad del mundo.
Y no, no lo es. Mi desencanto no se debe a que, en otros lugares del mundo, hombres y mujeres de piel clara disfruten de posibilidades tecnológicas que nosotros deberemos esperar años para obtener, ni se debe al calor agobiante propio de la costa colombiana, ni tampoco al pequeño tamaño de la ciudad, o a la actitud pedante de muchos de sus habitantes. No, mi desencanto tiene una razón más profunda y sencilla, Cartagena es una ciudad corrompida por el olvido.
Cartagena fue grande, fue, entonces, cuando era un nido de águilas reales, y no habitación de vencejos. La diferencia puede ser sutil para el no iniciado en el mundo de las aves, un águila es un animal noble, parte del escudo de los más grandes imperios de la historia, representación del héroe, eso fue Cartagena; la ciudad que destrozó las cadenas como leona fiera, según su propio himno sugiere. El vencejo es por otra parte un ave cuyas únicas características memorables son su chillido intenso que le ha merecido el nombre de pájaro del diablo, y su capacidad de ensuciar los lugares por los que pasa.
No es que en otros lugares del mundo los vencejos, su versión humana, hayan dejado de existir, al contrario, cada vez son más comunes. La diferencia es que en Cartagena las águilas tienen prohibido anidar, y eso en una ciudad que aún se hincha de orgullo cuando se refieren a ella como la heroica es una mala señal. Esto podria convertirse en una diatriba acerca de los difícil que es ser distinto en Cartagena, lo duro que resulta ser parte de la comunidad LGTB, o ser indio, negro, inteligente, talentoso, mal bailador, etc. Pero eso no tiene nada que ver con el olvido, el poco cuidado que se ha dedicado a nuestros monumentos y atracciones, eso sí se debe al olvido.
1 comentario:
Es triste, siempre lo ha sido, volver y ver esa Cartagena que no cambia, con la misma gente y las mismas ideas...
Totalmente aparte muy buen blog
Just being supportive =)
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