"(...)podría escribir aquí que planeo ir a Bogota para meterme en una pelea y hacerme matar, para morirme en la ciudad donde debí hacerlo hace años, y igual nadie va a leer esto, nadie va a comentar, a nadie le importa.Sorprendentemente no es así. Voy a Bogota a buscarme y a curarme, estoy emocionalmente cansado, agotado, no tengo fuerzas, energías, ni deseos para hacer las cosas que debo hacer. Ni para decir las cosas que quiero decir, ni para escaparme.Voy a buscar razones por las que aguantar esto, razones para pensar que todo lo que he hecho y soportado en los últimos años me ha hecho una persona mejor y que SÍ vale la pena ser una persona mejor. Aunque antes fuera más exitoso y más creativo, aunque ahora me sienta incapaz de narrar algo que me satisfaga, me esté haciendo estúpido, y en mi vida ya nunca pase nada interesante.La verdad, es que ya no soy especial, y me jode. Y no sé si pueda volver a serlo. Pero si pudiera ir y aprender que nunca fui especial, que sólo era mala gente, tal vez podría aceptar todo esto."
Fue un sabado tenso, no recuerdo exactamente que cosas habían pasado pero estaba de mal humor y ansioso, por lo que salí a caminar a eso de las 8:30 pm. Caminé hasta el centro, y rodeé el centro por la parte de afuera de las murallas desde el reloj público hasta el boquetillo que queda cerca de la casa del nobel. Caminé hasta el parque Simón Bolivar y me senté a mirar y pensar. Como siempre que estoy ansioso, sentí muchas ganas de fumar, y como estaba amargado acepté hacerlo. Me fume quizás dos o tres cigarrillos sentado en el parque y pensé en que sería bueno huir. Tenía algo de dinero en el banco, algo más en la tarjeta de credito y no se necesita mucho para ir a cualquier lado para fingir ser otra persona, hasta quizás podría irme para Chocó y hacerme util o algo, pero en ese momento pasó un profesor de la Javeriana, y quise saludarlo, iba con una mujer que tenía pinta de ser su esposa, y supuse que estaban de luna de miel. Siempre pensé en él como uno de mis profesores amigos, de esos que lo tienen a uno en alta estima y que creen en uno.
Ellos pasaron y yo me levanté para seguirlos, iba sin prisa, seguro iban a cenar en alguna parte y podría acercarme y saludarlos, decirle "Profe" o "Miguel, como está". Me pusé a pensar qué podría decirle después, cómo continuar la conversación, Por qué habría de escucharme. No se me ocurrió nada. No tenía nada que decirle, pero me di cuenta de que sí tenía algo que preguntarle, ¿cómo era yo?
Quienes me conocen saben que cada cierto tiempo olvido mucho de mi historia, y recuerdo muy poco de mis años en la javeriana pero recuerdo tres cosas muy claramente, habían mujeres interesadas en mí, estaba muy deprimido y tenía muy pocos amigos. Yo siento que hoy soy una persona distinta, ahora no me llueven las mujeres, ahora no suelo estar deprimido y ahora tengo amigos de verdad. Pero en contraposición antes aparentemente era interesante, ahora siento que soy aburrido; antes era muy creativo, ahora sé que podría escribir cualquier cosa bien pero no se me ocurren tantas ideas, y antes era más antipatico y pedante.
No pude encontrarlo, pero sentí la necesidad de resolver esa duda y quise irme para Bogotá, dedicar una semana a buscar personas que me hubieran conocido para saber si antes era mejor o si el tiempo me había mejorado. La versión oficial indica que ya tenía planeadas algunas entrevistas para mi tesis antes de decidir viajar, la verdad es que la cita (porque solo fue una) fue pensada y acordada un día antes del viaje. No encontré a nadie, pero visité mi antigua facultad y casi rompo a llorar, las mismas secretarias que cuatro años antes, y ninguna me reconoció. Los mismos tenderos, los mismos edificios con pequeñas modificaciones. Busqué personas en lugares claves de la ciudad que ya no existian, o las personas nunca llegaron. Así que en mi viaje fui a cine, comí helado, fui a una biblioteca a leer, visite museos, dormí, lloré y me encontré a mí, me di cuenta de que había cambiado, y de que estaba feliz de haberlo hecho. Así que volví con Raúl y escribi la tesis en tres semanas.
Y pues me siento bien con eso de que no me lluevan mujeres, puedo aceptar no ser tan creativo como antes, puedo vivir sin volver a ser interesante, pero quiero a mis amigos y sé que me quieren, además creo en su cariño y creo en mi valor. Y esas dos últimas cosas son algo que nunca tuve antes, quizás nunca vuelva a tener la oportunidad de hablar con una argentina llamada carolyn que se enamore de mi por mis escritos, pero sé que no voy a volver a romper el corazon de alguien que me quiere (en varias ocasiones) solo porque no puedo entender que alguien pueda quererme.